Para Taesang2
Como cada noche a la misma hora, la Gata* ya estaba en
su bar preferido con las amigas tomándose unas copas.
Era algo que disfrutaba y le hacía desconectar después de las horas tan horribles que pasaba en el curro. Eso, y para qué negarlo, recrearse la vista con el camarero asiático que hacía un mes había empezado a trabajar allí. Tenía el pelo largo y vestía de una manera que parecía sacado del mismísimo Rock of ages. Le volvía loca y había logrado hablar con él un par de veces, pero era incapaz de sostenerle la mirada. Sobre todo cuando sus ojos, nada inocentes, se posaban más abajo de su cintura…
Era algo que disfrutaba y le hacía desconectar después de las horas tan horribles que pasaba en el curro. Eso, y para qué negarlo, recrearse la vista con el camarero asiático que hacía un mes había empezado a trabajar allí. Tenía el pelo largo y vestía de una manera que parecía sacado del mismísimo Rock of ages. Le volvía loca y había logrado hablar con él un par de veces, pero era incapaz de sostenerle la mirada. Sobre todo cuando sus ojos, nada inocentes, se posaban más abajo de su cintura…
-Gata, tía, parece que estás en las nubes!!! ¿Qué
miras con tanta atención? ¿Algo interesante por detrás de la
barra?- le preguntó Mari con picardía.
-Mierda, me has pillado, ¿Tan obvio es lo del asiático?- dijo la Gata un poco avergonzada.
-Hombre, cada vez que venimos lo primero que haces
es mirar si está, si eso no es obvio… Lo que tienes que hacer es
dejarte de tonterías. Ve a hablar con él, os dais los números,
quedáis y al día siguiente, por ejemplo, ya te lo tiras. Por eso de
que no te gusta hacerlo en la primera cita. La Gata se la quedó mirando
estupefacta, pero enseguida se echó a reír. Su amiga como siempre
era tan directa…
***
Salió con Mari para que se fumara un cigarro y ella se quedó en la
puerta del bar, con algo de nerviosismo y mirando hacia todas partes
en busca de su presa. Cuando su amiga, tan maja ella, le dio un
empujón por detrás y terminó tirando la bandeja de un camarero que
pasaba en ese momento.
-Ya me lo agradecerás- dijo Mari para sus adentros.
De lo que no se percató la Gata, es de que el camarero al que le había
derramado las copas era el asiático, y quiso en ese momento que la
tierra le tragase. Por suerte el chico no se enfadó, es más, empezó
a reírse a carcajadas contagiándola a ella también.
Dios, pero que sonrisa más bonita tiene….
Onew, que así se llamaba, la invitó a algo
después del incidente. Estuvieron charlando casi toda la noche hasta
la hora de cerrar, no sin antes darse los números de teléfono para
quedar algún día.
Cuando llegó a casa, tenía un mensaje suyo. Lo he pasado muy bien
contigo, y me gustaría pasarlo mejor aún. Te espero el miércoles
en mi casa, a las 22:00. No llegues tarde o te quedas sin postre, tú
ya me entiendes…. ¿cómo iba ahora a conciliar el sueño después
de semejante proposición?
***
Se preparó lo más rápido que pudo y llegó a
su casa puntual, no quería perder ni un minuto más en vista de lo
que fuera a pasar. Tocó el timbre y ahí estaba él, tremendamente
guapo. Llevaba una camiseta negra de calavera y unos pantalones
negros ceñidísimos que dejaban entre ver la inmensidad de su
paquete.
-En serio, ¿cómo puede ser tan grande? -se quedó pensando y
notó que les estaban entrando los calores…. Mierda, Gata, céntrate
y mírale a la cara.
-Hola, llegas justo a tiempo- le dijo con una amplia sonrisa.
Le cogió de la mano y la llevo directamente a la habitación.
-Eh…. ¿no vamos a cenar?
-Eso lo podemos dejar para después del postre, ¿recuerdas?
***
Apagó la luz y sólo dejo encendida la de la
mesilla. Iba poco a poco acercándose a ella. la Gata no sabía hacia
dónde mirar. Todo estaba en silencio y lo único que se escuchaba
era su respiración acelerada. Cuando llegó, se puso enfrente y le
agarró de la barbilla subiendo su cara ligeramente haciendo que sus
miradas se encontraran. Eran intensas y reflejaban perfectamente el
deseo tanto de él como de ella. Le cogió de la nuca suavemente y le
empezó a besar con ímpetu. Sus labios se apoderaron de los suyos en
un instante y cada vez iban siendo más apasionados. Después, la
cogió entre sus brazos y la tumbó en la cama, ejecutando así un
baile de placer que duraría toda la noche.
Al día siguiente, se despertó con una sonrisa de
oreja a oreja a pesar de que Onew ya no estaba. Seguramente le
tocaría inventario, pensó. Se vistió y fue directa a la cocina
donde encontró una nota junto a un suculento desayuno. Recuerda que
mañana también hay postre. Te quiero. Onew.
Soraessence
* Nota de la editora: el nombre del personaje ha sido sustituido por un nombre "random".
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