El concierto para fans extranjeras estaba a punto de terminar, y no podía decir que no se lo estuviese pasando bien.
Ciertamente, era refrescante la casi ausencia de gritos histéricos (bueno, hasta que el idiota de Joon se quitó la camisa), y las miradas lujuriosas que llevaba recibiendo desde el principio del show. Le hacían sentirse realmente bien.
Ciertamente, era refrescante la casi ausencia de gritos histéricos (bueno, hasta que el idiota de Joon se quitó la camisa), y las miradas lujuriosas que llevaba recibiendo desde el principio del show. Le hacían sentirse realmente bien.
Siguió moviendo las caderas al ritmo de la canción, y un rugido de satisfacción surgió del entusiasmado público. Lo que no le quedó claro si era por él o porque el imbécil había vuelto a enseñar los abdominales. Este chaval no tenía remedio… Echó un vistazo a las fans, en concreto a un grupito que le había llamado la atención desde que salió al escenario, para cerciorarse de que
la que le interesaba le seguía mirando. Sí, seguía con la vista fija en él. Perfecto…
Estaban en primera fila, y eran tres. Una era un pivón, literalmente: más alta que él (qué coño le habrían dado de comer a esa muchacha), medio rubia, ojos azules; llevaba bailando desde que llegó, y se notaba que se lo estaba pasando bomba. Otra tenía aspecto de bruja, el pelo lleno de canas, y cara de aburrimiento mortal, que mutaba a otra de asesina en serie cada vez que alguna
loca le gritaba un poco cerca. Siguió con esa cara hasta que empezó la exhibición del tontolculo, a partir de la cual una sonrisa entre incrédula y divertida se aposentó en sus labios, y sus ojos no se
apartaron de Joon, como ponderando si el chaval era así de serie o tendría algún remedio.
La tercera era la más bajita, muy “cute”, con el pelo rizado, piel ligeramente morena, y una señora delantera. Sí, ciertamente el paragolpes delantero era digno de mención. Llevaba mirándole a él, y sólo a él, desde el mismo principio del concierto. Bueno, vale, tal vez había mirado a atontao cuando se quitó la camisa, pero quién no lo había hecho… Ella era su objetivo cuando acabase el show.
Como si le hubieran leído el pensamiento, la canción terminó, y se reunieron todos para saludar y recordarle a las fans que ahora se acercarían a firmar las fotos que les habían repartido al principio. Era lo que él estaba esperando y, armado de un rotulador permanente, se acercó corriendo a su presa…
La expresión de cada una de las tres fue totalmente diferente: sorpresa irónica, pasmo y sorpresa divertida. Mirando fijamente al objeto de su deseo, desplegó su sonrisa más deslumbrante, y alargó su mano, indicándole que le pasase la foto para firmársela. Ella siguió mirándole sin reaccionar, hasta que un codazo de la bruja y unas palabras en un idioma que no comprendió, consiguieron que ella le diese la foto.
- ¿Cómo te llamas? – su inglés no era muy bueno, como demostró el bufido estrangulado de risa de la bruja, a la que lanzó una mirada asesina, que no sirvió más que para que la otra se diera la
vuelta para poder reírse a carcajadas. La respuesta de la monosa fue: “¡Jijijijijijijiji!”, lo que provocó otro codazo, esta vez de la amazona rubia, y otra explosión de carcajadas de la bruja. Esto empezaba a ser surrealista.
Vale, pues sin nombre. No era eso lo que más le interesaba en esos momentos. Le puso la frase típica, el corazoncito, firmó, y luego fue al meollo de la cuestión. Dio la vuelta a la foto, y, por detrás, escribió su número de móvil y se la devolvió. La miró fijamente, con lo que esperaba que fuera una mirada seductora irresistible, que desató otra crisis de risa a la bruja, y le dijo:
- Call me, please…
- ¡Jijijijijijiji!
Con un poco de suerte, esta noche tendría sexo loco con una extranjera con una delantera espectacular. No estaba mal… Mientras se alejaba, escuchó el sonido de la risita de ella, las carcajadas francas de la bruja, y la voz del pivón preguntando algo.
*****
- ¿Qué te ha dicho?
- ¿Me ha dicho “call me, please”?
- No sabría decirte, con ese acento…
La bruja canosa se limpió las lágrimas de las comisuras de los ojos, mientras la chica alta cogía la foto de manos de la bajita y le daba la vuelta, para comprobar qué había escrito allí.
- Parece un número de móvil.
- No me lo puedo creer…
La morena no sabía si reír o llorar. Era totalmente inesperado, pero no podía decir que le disgustase. Estaba francamente contenta.
La bruja cogió la foto y la miró detenidamente. Una sonrisa malévola cruzó sus labios.
- ¿Y esto es lo que te ha escrito? Pues vaya mielda…
Y lanzó la foto hacia la marabunta de fans a sus espaldas.
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