¡Quién me lo iba a decir!
Todo empezó hará unos dos o tres
años. Mi primer contacto con el softpower asiático fue en solitario
y vino a través de los animes japoneses de los que me fascinaron los
dibujos y el idioma. Ya picada por el gusanillo, empezaron las
búsquedas por los foros de más y más animes, hasta que un día
apareció la palabra “dorama” frente a mis ojos. Naturalmente no
tenía ni pajorera idea de qué diantres era eso, pero el entusiasmo
de las internautas me animó a investigar y descubrí que eran series
con actores reales y pensé resoplando con desprecio: “menudas
frikis” (miané, no sabía lo que decía). Aun así hice un amago
youtubero y vi un vídeo de un dorama de cuyo nombre no puedo ni
quiero acordarme porque fue terrible (creo que no aguanté ni dos
minutos, a saber lo que sería) que me autoafirmó en mi creencia de
que eso de los doramas no era para mí (qué ilusa). Otro día
buceando por youtubes, el destino me llevó hasta Pride cuya
OST contiene como canción del openning el “I was born to love
you” de Queen, que para mí es la canción de amor moderna más
bonita del mundo. Total, que me dije: esto hay que verlo.
Y.....¡zasca! Caí de cuatro patas. Acontinuación me tragué todas
las series que encontré de Kimura Takuya y empecé a familiarizarme
con páginas de descargas, ¡qué tiempos aquellos!
A todo esto, empecé a oír hablar de
los doramas coreanos y otra vez pensé con mi tonito de superioridad:
“Uf, eso sí que no. Hasta ahí podríamos llegar”. Pero todas
sabéis que después de ver Hana Yori Dango (anime incluido), el
cuerpo te pide más y, claro, ahí estaban los Boys before flowers y
me tuve que tragar mis palabras. Empezaba una nueva era.
Llegados a este punto, lo que había
sido un recorrido en solitario se convirtió en una experiencia
compartida con mi querida compañera de babas Ajuma Tres. Un día
descubrí que también era aficionada a los animes y le recomendé
Toradora, después Hana Yori y cuando la tuve a huevo le dejé caer
la palabra mágica: D-O-R-A-M-A. A partir de aquí la Ajuma Tres
despegó de lo lindo y empezó a ver doramas como una descosida hasta
que un día me vino con los doramas taiwaneses y yo pensé: “he
creado un monstruo. ¿Doramas taiwaneses? ¡Ni hablar!” Pero,
claro, vino Mars, Autunm's concerto... y me tragué
otra vez mis palabras.
Una cosa llevó a la otra y en el
proceso aprendí a no volver a decir: “de esta agua no voy a
beber”. Menos mal, porque la cosa no acabó con los doramas
taiwaneses, no, aquí la Ajuma 1 cuyo concepto de música no pasaba
de los clásicos (y cuando digo clásicos, son clásicos: Mozart and
company), de pronto se encontró visionando vídeos de jovencitos
koreanos con estilismos imposibles moviéndose al ritmo de canciones
pegadizas hasta el punto de llegar a planear en plena euforia de
descubrimiento del Olimpo Koreano un viaje a Barcelona para ver a los
JYJ. Fue entonces cuando Ajuma 3 me presentó a Ajuma 2 y las tres
conocimos a nuestra querida Agashi y yo pensé: “no estoy sola en
esto”.
Y os preguntaréis en qué fase estoy
ahora. Pues en esa a la que llegamos muchas de nosotras me temo: los
programas de variedades koreanos (Family Outing, Running Man...) y planeando viaje a Corea.
Aparcados los prejuicios, me dedico a disfrutar de lo lindo porque la
vida son dos días. (Ajuma3 editando: y si no que se lo digan a Vic el de Silence)
...Y esta es mi historia.
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