sábado, 23 de agosto de 2014

Hostess

Es increíble la cantidad de porquería que puedes llegar a encontrarte debajo de una mesa de bar. Algunas cosas son irreconocibles; otras, por desgracia, no. Qué asco. Tengo que avisar a los de la limpieza para que hagan una pasadita más a fondo. Oigo una tosecilla impertinente. 
 - ¿Qué estás haciendo? 
 - Se me ha caído una lentilla. 
 - Tú no usas lentillas 
 - Me acabo de dar cuenta. 
 Me incorporo, suspirando. Mi jefa me mira desde el otro lado de la mesa, con los brazos cruzados. 
 - Ha venido alguien preguntando por ti - me dice, señalando con el pulgar hacia el motivo de mi excursión a los bajos fondos de la mesa. La miro, inexpresiva. - Lo que no entiendo es por qué, después de la que liaste el otro día. 
 Oh-oh. Bronca a la vista. 
 - No me gustó que su amigo dijera que todas las occidentales éramos unas calentorras. 
 - Y tú le llamaste pichacorta. 
 - Intentaba hacerle entender lo perniciosos que pueden ser algunos estereotipos. 
 No tenía pensado responder, la verdad. Eran un grupo grande de coreanos, que habían alquilado toda la noche en el local, y yo me había unido a las chicas a falta de personal. Había corrido el soju y, desgraciadamente, esa bebida tiene un fatal efecto secundario en mí: suelto lo primero que me viene a la mente. Nota mental: no volver a dar un trago de ese matarratas. 
 - Y luego le pegaste una patada en los huevos. 
 - Intentaba bajarse los pantalones… 
 Ahí ya se lió la mundial. Sus amigos se levantaron para responder, y las chicas no iban a ser menos. Volaron los platos, los vasos, la comida; Sora soltaba cojinazos a diestro y siniestro; Aju, patadas voladoras. Lady Sky había saltado a la chepa de uno de ellos, tirándole de los pelos al grito de “¡A MI ÍDOLA NO LE TOCÁIS UN PELO!”, y KDarkblade, el camarero, me sujetaba a mí, intentando que no le pegase una patada en la boca al imbécil ahora que, doblado de dolor, se encontraba a una altura más que conveniente. La bronca acabó cuando el pikachu de detrás de la barra apareció con el bate, preguntando si necesitábamos ayuda. Los únicos que no habían entrado en la batalla fueron el muchacho que ahora estaba esperando en la barra (quien, por cierto, estaba sonriendo, ojos desaparecidos y todo, a una Auri que batía las pestañas a una velocidad tal, que me parecía ver que al chico se le movía el flequillo con la ventolera que estaba creando), que se había limitado a partirse la caja y parapetarse tras un cojín, en previsión de recibir alguna patada perdida, y la Niña, que se había quedado dormida encima de la mesa, para variar. No sé para qué la dejamos beber… 
Chihi suspira. 
- No sé por qué no te despido. 
- Porque un tercio del negocio es mío. 
- Eso te salva. 
 No era una de las chicas que trabajaban allí, eso estaba claro, aunque mis servicios estaban disponibles en caso de necesidad. De hecho, en el “menú”, aparecía como ese “especial” que existe en algunos restaurantes, que advierte de que si te atreves a tomarlo, es bajo tu responsabilidad. Tras varios valientes que salieron escaldados, mi fama se propagó, y, salvo algún inconsciente despistado, no tenía clientes fijos. Me dedicaba a ayudar a servir los pedidos, a estar de charreta con los dos de la barra (Auri tenía la otra tercera parte, pero venía a ayudar porque se aburría), y a vigilar que nada se saliera de madre. Era yo la primera fase para convencer a un cliente borracho y/o agresivo de que era hora de abandonar el local, antes de que apareciera Auri con el bate, que era fase dos. Y se me solía dar bastante bien. Hasta que se me iba la mano con el soju, por lo visto. 
 - Te lo mando, así que pórtate bien - Chihi me mira con cara de resignación cristiana. 
 - No prometo nada. 
 De esto no puede salir nada bueno. 
***** 
 Me aburro. Pero mucho, mucho. Desde que se sentó, saludando muy amablemente, a lo que yo ni me molesté en contestar, no hemos hablado de nada. Él ha sacado su móvil, y está chateando, o jugando, o las dos cosas. Ha pedido soju (lagarto, lagarto) y cerveza, y yo me estoy tomando una tónica. Poco gasto vamos a hacer así. 
 Miro a la barra. La jefa me está vigilando de cerca, con los dos camareros de espectadores de lujo. Puedo ver su ceja levantada desde aquí. No debería animarme, porque cualquiera que me conozca un poco, sabe que cuando me aburro, tengo casi tanto peligro como cuando estoy borracha. Pongo el codo en la mesa y la cara en la mano, y me lanzo. 
- Te habría salido más barato comprarte el soju en una tienda y tomártelo en la calle. 
Deja el móvil y me mira con una sonrisa de doscientos mil vatios. Me acabo de quedar ciega. 
- No puede compararse beber solo a hacerlo en una compañía tan agradable como la tuya. 
Le miro con el ceño fruncido. 
- Hum, no es por fastidiar, pero eso tendría que estar diciéndolo yo, no tú. 
- Bueno, alguno tenía que hacerlo – mientras lo dice, su sonrisa se hace más amplia, si cabe. 
Parpadeo. 
- Dime el nombre de tu camello, porque eso que tomas es la leche. 
El trago de cerveza que estaba tomando sale disparado por boca y nariz cual riego por aspersión, mientras él se atraganta intentando reír a la vez. Preocupada, le palmeo la espalda, mientras miro a Chihi, que está con las manos y los brazos abiertos, como diciendo “¿qué estás haciendo?”. Le hago señas de que no es culpa mía, a la vez que le paso una servilleta limpia al muchacho para que se seque. 
Cuando se tranquiliza, vuelve a mirarme, sonriendo esta vez aún más brillantemente (mabushii!!!, me dan ganas de gritar, como Sunako), aparentemente encantado.
- Eres muy graciosa, ¿sabes? 
- No era mi intención. 
Pero mi boca traidora tiene una sonrisa puesta. 
***** 
Siete botellas de soju después, empiezo a pensar que es hora de ir mandando al muchacho para su hotel. Ahora es él quien tiene el codo en la mesa y la cara apoyada en la mano, y me mira con una sonrisa bobalicona y los ojos entrecerrados. Qué cuqui. Tras romper el hielo, llevamos varias horas hablando sin parar. Me cuenta que es de un grupo idol coreano, y, ante mi cara de ignorancia supina, intenta explicarme el star system coreano en pos de corregir mi falta de conocimientos. Le respondo sutilmente que me importa una mierda, con perdón, y vuelve a atragantarse. Veo por el rabillo del ojo que Chihi se remanga, con intenciones aviesas hacia mí, siendo sujetada hábilmente por KDarkblade, que se está partiendo la caja. Parpadeo inocentemente en su dirección. 
El muchacho sigue su relato. Ha venido a Japón porque están de gira de conciertos, y la otra vez que vino, los que le acompañaban eran del staff, que propusieron salir a celebrar después del concierto. Le sugiero con cariño que no les saquen de su jaula una vez hayan terminado su trabajo, y se me cae del asiento de la risa. Chihi ya no me mira: llora desconsoladamente en el hombro del pikachu, que también llora, pero del partimiento. La conversación fluye fácilmente entre nosotros desde entonces. Llegó la hora de cerrar. Le sonrío con cariño. 
- Tienes que irte, ya es muy tarde. 
La sonrisa de borracho se expande en su cara. 
- No quiero. 
Me da la risa. Está muy gracioso, con el pelo despeinado, los ojos cerrados y un puchero en los labios. 
- Te llevaría a mi casa, pero no admiten mascotas. 
Otro ataque de risa hace que se resbale de la mesa y acabe tumbado encima de mis piernas. No puedo evitar reírme yo también, y sin darme cuenta, le acomodo mejor sobre mi regazo, y le aparto el pelo de los ojos. Me estoy volviendo blanda. Me mira desde esa posición, pensativo en su borrachera. 
- ¿Si vuelvo, me atenderás? 
- Claro. 
Frunce el entrecejo. 
- ¿Saldrías conmigo fuera de aquí? 
- Una terrible maldición me une a este antro. Si piso fuera de él, me convertiré en ceniza… - qué facilón es, ya está muriéndose de risa otra vez. 
Vuelve a mirarme, serio. 
- Esperaré a que estés dispuesta a enfrentarte a la maldición para pedírtelo otra vez – nunca me habían dicho algo tan bonito. Siento mariposas en el estómago, qué asco... Estoy por contestarle que espere sentado, pero las puñeteras mariposas me lo impiden. Vuelvo a apartarle el flequillo, sonriendo. 
- Ya veremos. 
***** 
Ni que decir tiene que me mudé a Corea seis meses después. Sabía yo que no iba a salir nada bueno de esto… 
FIN. 


Taesan2

3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho!! ¿ Debería cambiar de profesión?

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  2. Oyee esto estaba yo pensando... Más si hay Idols cerca. Muy buena historia!!!!!!

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  3. Me llena de orgullo y satisfacción... Ya me he equivocado otra vez...
    Muchas gracias por vuestros amables comentarios, me animan a seguir dando lo mejor de mí. En el futuro me esforzaré por no decepcionaros, y espero que me sigáis de cerca con cariño.
    Creo que tengo que dejar de leer los discursos de agradecimiento de los grupos coreanos... :P
    Sus quiere,
    Taesang2

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