Sabía que era una mala idea, no
debería haber venido. Odio las promociones con toda mi alma, y esto demuestra
que tengo razón…
Estoy en un programa de
variedades, y a mi lado está ÉL. Es que hay que tener mala suerte. ¿Que si lo
sabía? Pues sí, claro, me dijeron quiénes venían de invitados, pero no me
dieron la opción de decir que no. Y pensé que, entre tantos, me sería fácil
mantenerme alejada. Qué idiota que soy.
Le conozco desde hace mucho
tiempo. Cuando volví a mi país, no era más que un chiquillo que acababa de
debutar, un pipiolo. Joder. Vuelve una y se ha convertido en un hombre que tira
de espaldas. Cuando lo vi por primera vez, estuve parpadeando mis buenos diez
segundos seguidos. Qué les darán de comer… Y a partir de ahí, empecé a buscar
cosas suyas, a hablar con gente cercana, a verle de cerca, y claro… ahora me
gusta. Pero no lo admitiré jamás.
¿Y es que no había otro sitio
para ponerse más que a mi lado? Mira que lo he planeado todo al milímetro:
llegar con el tiempo justo para maquillarme y vestirme, entrar en el plató
saludando en plan general, ir al grano y terminar cuanto antes… Pues no, este
idiota tiene que ponerse a mi lado, me imagino que por una cuestión absurda de
cuidar de su nuna. Si él supiera…
Pues no le pienso mirar,
nononononono… Anda, mira quién ha aparecido. La divona con la que me llevaba a
matar al principio de entrar en la empresa, y con la que luego fui uña y carne.
Esto ha empezado y no me puedo mover; el MC está presentando el primer juego.
Sonrío de oreja a oreja al mal bicho, y él me sonríe y empieza a hacerme gestos
y a intentar decirme algo. Me parto, no le entiendo una leche. Menos mal que
estoy un poco fuera de cámara y no me están enfocando ahora mismo, porque no
puedo dejar de reír.
Noto un tirón en la manga. Miro,
y el idiota me hace gestos de que atienda al MC. Sin cambiar el gesto, vuelvo a
mirar a la loca, y me encojo de hombros, interrogante. Se parte la caja, el muy
capullo, y dice algo de ir a comer. Sigo riéndome, y esta vez es una mano la
que me coge del brazo y tira. Le miro con cara de mala leche, le doy un
manotazo para apartar su mano y le saco la lengua. Vuelvo la vista otra vez al
desgraciado éste, que se está revolcando ya de la risa en el suelo, y le hago
el gesto de “chugulé”. De repente, el tirón del brazo es potente, y choco de
lado con el idiota, que se ha puesto de espaldas al MC. Le oigo susurrar,
enfadado:
- Estás trabajando, deja de hacer
el tonto y concéntrate.
Estoy a punto de mandarle a la
mierda, cuando oigo al MC preguntar en un tono un tanto enfadado qué pasa con
nosotros.
- Nuna lleva tanto tiempo fuera
que no entendía lo que estabas diciendo, así que se lo estaba explicando.
Perdón. – Su sonrisa encantadora convence a todo el mundo, y a mí no me queda
otra que admitirlo sonriendo, agradecérselo y disculparme profusamente. Espero
a que las cámaras dejen de enfocarnos, y le meto una patada en el gemelo con
todas mis ganas. El quejido suena a gloria en mis oídos. El MC nos mira
asustado.
- Creo que le ha dado un tirón. –
Me inclino hasta poner mi cara a la altura de la suya, porque está doblado
tocándose la pierna, y sonriendo como una psicópata, le pregunto: - ¿Necesitas
ayuda?
Su mirada asesina es sumamente
placentera. Como haya una fancam de esto, mañana no lo cuento…
*****
Me duele horrores la pierna, pero
no es precisamente eso lo que más me duele. No entiendo su actitud claramente
hostil hacia mí, cuando lo único que yo quería era que no se metiese en
problemas. Con la ilusión que me hacía verla otra vez…
La conozco desde hace mucho tiempo,
y siempre he estado enamorado de ella. Era esa chica inalcanzable, brillante,
preciosa, que yo veía de vez en cuando en la empresa, cuando coincidíamos en
los ensayos, y que siempre me trató como a su hermano pequeño. Menuda mierda.
Cuando se fue, siendo una chiquilla, se me partió un poco el corazón, pero lo
superé. O eso pensaba yo, porque cuando la vi de nuevo, volvieron esos
sentimientos, multiplicados al comprobar en qué preciosa mujer se había
convertido. Todos los invitados no le quitan ojo: los hombres interesados, las
mujeres celosas. Ella habla con todos, menos conmigo. Me evita como la peste.
Me puse a su lado porque no pude
resistirme, me atraía como un imán. Pero ella, tras un saludo cortés, evitó
todo contacto visual. Luego apareció hyung, ese petardo, y se puso a tontear
con ella. Yo les miraba, medio celoso, medio perplejo, sin saber muy bien cómo
actuar. Decidí ser sutil, pero ella me ignoró. El siguiente tirón fue más
decidido, y conseguí que me sacase la lengua. Casi se me escapa una sonrisa,
aunque ver a hyung muerto de risa no me hizo mucha gracia. Se permitió el lujo
incluso de guiñarme un ojo, riéndose. Ahí ya se me cruzó el cable, porque
notaba que empezaban a llamar la atención. Sé que me excedí un poco, y que
dejarla como una idiota delante de todo el mundo no fue la mejor idea, pero
tampoco me merecía semejante trato…
Mejorando el
día aún más, nos han pedido hacer parejas mixtas para el siguiente juego, y
ella ha elegido a la loca de mi compañero. Quien, por supuesto, se ha puesto a
dar saltitos de alegría y le ha dado un abrazo de oso, porque si yo la adoro,
él la idolatra. De hecho, no tenía que haber venido él hoy conmigo, pero montó
tal escándalo cuando se enteró de que ella asistiría, que acabaron por
permitírselo. Así que ahí está, enganchado a su mano como si se fuese a perder
si la suelta… Recordatorio: tirar su cepillo de dientes al váter cuando llegue
al dormitorio.
Una mano se
desliza por el interior de mi codo. Caigo en la cuenta de que yo también tengo
pareja ahora, y, por supuesto, no podía ser otra que mi última ex. Cierro los
ojos y suspiro, resignado. Va a ser un día muy largo.
*****
Mírala, con
esa cara de tonta que me gasta, y se lo está comiendo con los ojos… Disimula un
poco, chata, que vas a dejar surcos en el suelo con los colmillos a este paso…
Si sigue así, se le va a poder seguir el rastro fácilmente: los charcos de
babas la delatarían…
- Nuna, si la
sigues mirando así, le vas a taladrar dos agujeros en la frente…
Miro a mi
adorable compañero, que está haciendo esfuerzos ímprobos para no partirse de
risa, y me río a mi vez. No me puedo enfadar con él: es el niño más encantador
que yo haya conocido. Detrás de esa fachada cool y un poco borde, reside un
alma preciosa. Le meto una colleja para que no se acostumbre.
- Eso por
meterte donde no te llaman – le miro con expresión enfadada y una ceja
levantada, mientras él se frota la zona dolorida, pero sabe que es todo cuento.
– Ya que estamos, ¿quién es ella?
- Es la última
ex novia de hyung. – Ajá, qué asco. En otra vida debí de ser un asesino en
serie; si no, no se entiende que me pasen estas cosas. – Pero ya terminaron:
según él, fue sólo sexo. Aunque creo que ella sigue enganchada, por lo que
parece – se ríe con malicia. – Hyung tiene ese efecto, según me han dicho…
Mucho mejor,
dónde va a parar. Saber que el tío que te gusta, pero con el que te niegas ni a
rozarte, es una fiera en la cama, es una información que consigue que sigas
firme en tu propósito. Definitivamente, en otra vida fui un dictador sangriento: el asesino
en serie se queda corto para esto…
El siguiente
juego consiste en piedra-papel-tijera y castigos con agua. El primer castigo es
una bofetada con la mano mojada: parece que no, pero, bien dada, pica que da
gusto. El segundo, un chupito de agua a la cara. El tercero, un vaso. El cuarto
y último, un cubo. Si llegas al cubo y ganas, eres el ganador del juego. Después
de un par de rondas, me toca. Y con la babosa, qué suerte. La sonrisa de
psicópata vuelve a mi cara, aunque la transformo antes de que me enfoquen con la
cámara.
Es un juego en
el que suelo tener mucha suerte, y parece que sigo teniéndola. Gano. Pongo una
sonrisa de disculpa que haría sonrojarse a un santo por lo falsa, mojo mi mano
y la abofeteo con un poco más de fuerza de la debida. Me disculpo inmediatamente,
sujetándola mientras ella se tambalea un poco. Me mira parpadeando, incrédula.
Sigo con las disculpas, fingiendo estar avergonzada. Volvemos a jugar, y vuelvo
a ganar. Cojo el chupito y, al lanzárselo, oh, qué disgusto, se me escapa de la
mano y le da en plena frente. Me van a dar un óscar por la interpretación de mí
misma tremendamente desolada por el incidente, disculpándome profusamente y
luciendo tan afectada como mi contrincante. Quien, por supuesto, no me cree, y
me mira, suspicaz ya, frotándose la marca roja en la frente que delata mi mala
baba.
Tercer
intento, y vuelvo a ganar. Ella está aterrada, y yo no quepo en mí de gozo. Le
va a llegar el agua hasta la única neurona que tiene a través de los agujeros
de la nariz, que no le quepa duda. Y lo hago. La abrazo mientras ella
lloriquea, todavía moqueando agua y con el rímel corrido, ofreciéndole unas
palabras de ánimo. Pero todo lo bueno se acaba, y la siguiente vez pierdo. No
tengo muy claro si ella ríe o llora al irse, pero yo estoy decepcionada…
Y el siguiente
en salir es mi compi con ÉL, que pide la revancha. Y ocurre exactamente lo
mismo. El primer guantazo resuena en todo el plató: al pobre le rebota un poco
la cabeza y todo. Le mira y exclama “¿¡Hyung!?”, incrédulo ante semejante
maltrato. Su hyung le mira con una sonrisa socarrona. Vuelve a ganar, y el
chupito vuela y le da al otro en una ceja. Me levanto y corro a abrazarle,
consolándole, mientras miro mal al idiota, que sólo responde disculpándose y
encogiéndose de hombros. No le creo, veo la misma sonrisa de regodeo que tenía
yo hace un rato. Llega al vaso, y sucede lo mismo. Mi pobre niño está hecho una
pena; le seco la cara con las manos mientras le consuelo, fulminando con la
mirada al otro capullo. Por suerte, pierde la siguiente vez, y suspiro
aliviada. Ya casi ha terminado la pesadilla…
*****
Mierda. Ahora,
no sólo me ignora, sino que me odia francamente. No lo pude remediar, el
imbécil de mi compañero se lo estaba pasando tan bien con ella, que empecé a
verlo todo rojo y me vengué en cuanto tuve oportunidad. Y la he fastidiado
totalmente.
Me dirijo a
los camerinos cabizbajo, viendo cómo esos dos tortolitos se van cogiditos del
brazo. Él sigue mirándome con cara de susto; tendré que hablar con él cuando
estemos en el dormitorio y disculparme. Veo que ella le suelta y se da la
vuelta, mirándome, esperando a que llegue a su altura. La miro, expectante.
- ¿Se puede
saber a qué ha venido eso? – el ceño fruncido y los labios apretados no
consiguen que deje de mirarla embobado. - ¿Era necesario ser tan bruto?
Mis ojos no
pueden dejar de mirar su boca. De repente, ya no puedo más. Miro a ambos lados
del pasillo, cerciorándome de que estamos solos, y, con un solo movimiento, la
abrazo y la beso. Al principio, se tensa en mis brazos, sorprendida, y me temo
lo peor, pero tras unos segundos, se relaja y responde al beso. El alivio y el
placer recorren mi cuerpo a partes iguales. Me separo ligeramente y la miro a
la cara. Sonríe entre complacida e irónica.
- Esto
deberías hacérselo a tu compañero, no a mí.
Nunca una
mujer me había hecho llorar tanto.
FIN
Taesang2
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