domingo, 13 de abril de 2014

Sabia que era una mala idea

Sabía que era una mala idea, no debería haber venido. Odio las promociones con toda mi alma, y esto demuestra que tengo razón…

Estoy en un programa de variedades, y a mi lado está ÉL. Es que hay que tener mala suerte. ¿Que si lo sabía? Pues sí, claro, me dijeron quiénes venían de invitados, pero no me dieron la opción de decir que no. Y pensé que, entre tantos, me sería fácil mantenerme alejada. Qué idiota que soy.
Le conozco desde hace mucho tiempo. Cuando volví a mi país, no era más que un chiquillo que acababa de debutar, un pipiolo. Joder. Vuelve una y se ha convertido en un hombre que tira de espaldas. Cuando lo vi por primera vez, estuve parpadeando mis buenos diez segundos seguidos. Qué les darán de comer… Y a partir de ahí, empecé a buscar cosas suyas, a hablar con gente cercana, a verle de cerca, y claro… ahora me gusta. Pero no lo admitiré jamás.
¿Y es que no había otro sitio para ponerse más que a mi lado? Mira que lo he planeado todo al milímetro: llegar con el tiempo justo para maquillarme y vestirme, entrar en el plató saludando en plan general, ir al grano y terminar cuanto antes… Pues no, este idiota tiene que ponerse a mi lado, me imagino que por una cuestión absurda de cuidar de su nuna. Si él supiera…
Pues no le pienso mirar, nononononono… Anda, mira quién ha aparecido. La divona con la que me llevaba a matar al principio de entrar en la empresa, y con la que luego fui uña y carne. Esto ha empezado y no me puedo mover; el MC está presentando el primer juego. Sonrío de oreja a oreja al mal bicho, y él me sonríe y empieza a hacerme gestos y a intentar decirme algo. Me parto, no le entiendo una leche. Menos mal que estoy un poco fuera de cámara y no me están enfocando ahora mismo, porque no puedo dejar de reír.
Noto un tirón en la manga. Miro, y el idiota me hace gestos de que atienda al MC. Sin cambiar el gesto, vuelvo a mirar a la loca, y me encojo de hombros, interrogante. Se parte la caja, el muy capullo, y dice algo de ir a comer. Sigo riéndome, y esta vez es una mano la que me coge del brazo y tira. Le miro con cara de mala leche, le doy un manotazo para apartar su mano y le saco la lengua. Vuelvo la vista otra vez al desgraciado éste, que se está revolcando ya de la risa en el suelo, y le hago el gesto de “chugulé”. De repente, el tirón del brazo es potente, y choco de lado con el idiota, que se ha puesto de espaldas al MC. Le oigo susurrar, enfadado:
- Estás trabajando, deja de hacer el tonto y concéntrate.
Estoy a punto de mandarle a la mierda, cuando oigo al MC preguntar en un tono un tanto enfadado qué pasa con nosotros.
- Nuna lleva tanto tiempo fuera que no entendía lo que estabas diciendo, así que se lo estaba explicando. Perdón. – Su sonrisa encantadora convence a todo el mundo, y a mí no me queda otra que admitirlo sonriendo, agradecérselo y disculparme profusamente. Espero a que las cámaras dejen de enfocarnos, y le meto una patada en el gemelo con todas mis ganas. El quejido suena a gloria en mis oídos. El MC nos mira asustado.
- Creo que le ha dado un tirón. – Me inclino hasta poner mi cara a la altura de la suya, porque está doblado tocándose la pierna, y sonriendo como una psicópata, le pregunto: - ¿Necesitas ayuda?
Su mirada asesina es sumamente placentera. Como haya una fancam de esto, mañana no lo cuento…
*****
Me duele horrores la pierna, pero no es precisamente eso lo que más me duele. No entiendo su actitud claramente hostil hacia mí, cuando lo único que yo quería era que no se metiese en problemas. Con la ilusión que me hacía verla otra vez…
La conozco desde hace mucho tiempo, y siempre he estado enamorado de ella. Era esa chica inalcanzable, brillante, preciosa, que yo veía de vez en cuando en la empresa, cuando coincidíamos en los ensayos, y que siempre me trató como a su hermano pequeño. Menuda mierda. Cuando se fue, siendo una chiquilla, se me partió un poco el corazón, pero lo superé. O eso pensaba yo, porque cuando la vi de nuevo, volvieron esos sentimientos, multiplicados al comprobar en qué preciosa mujer se había convertido. Todos los invitados no le quitan ojo: los hombres interesados, las mujeres celosas. Ella habla con todos, menos conmigo. Me evita como la peste.
Me puse a su lado porque no pude resistirme, me atraía como un imán. Pero ella, tras un saludo cortés, evitó todo contacto visual. Luego apareció hyung, ese petardo, y se puso a tontear con ella. Yo les miraba, medio celoso, medio perplejo, sin saber muy bien cómo actuar. Decidí ser sutil, pero ella me ignoró. El siguiente tirón fue más decidido, y conseguí que me sacase la lengua. Casi se me escapa una sonrisa, aunque ver a hyung muerto de risa no me hizo mucha gracia. Se permitió el lujo incluso de guiñarme un ojo, riéndose. Ahí ya se me cruzó el cable, porque notaba que empezaban a llamar la atención. Sé que me excedí un poco, y que dejarla como una idiota delante de todo el mundo no fue la mejor idea, pero tampoco me merecía semejante trato…
Mejorando el día aún más, nos han pedido hacer parejas mixtas para el siguiente juego, y ella ha elegido a la loca de mi compañero. Quien, por supuesto, se ha puesto a dar saltitos de alegría y le ha dado un abrazo de oso, porque si yo la adoro, él la idolatra. De hecho, no tenía que haber venido él hoy conmigo, pero montó tal escándalo cuando se enteró de que ella asistiría, que acabaron por permitírselo. Así que ahí está, enganchado a su mano como si se fuese a perder si la suelta… Recordatorio: tirar su cepillo de dientes al váter cuando llegue al dormitorio.
Una mano se desliza por el interior de mi codo. Caigo en la cuenta de que yo también tengo pareja ahora, y, por supuesto, no podía ser otra que mi última ex. Cierro los ojos y suspiro, resignado. Va a ser un día muy largo.
*****
Mírala, con esa cara de tonta que me gasta, y se lo está comiendo con los ojos… Disimula un poco, chata, que vas a dejar surcos en el suelo con los colmillos a este paso… Si sigue así, se le va a poder seguir el rastro fácilmente: los charcos de babas la delatarían…
- Nuna, si la sigues mirando así, le vas a taladrar dos agujeros en la frente…
Miro a mi adorable compañero, que está haciendo esfuerzos ímprobos para no partirse de risa, y me río a mi vez. No me puedo enfadar con él: es el niño más encantador que yo haya conocido. Detrás de esa fachada cool y un poco borde, reside un alma preciosa. Le meto una colleja para que no se acostumbre.
- Eso por meterte donde no te llaman – le miro con expresión enfadada y una ceja levantada, mientras él se frota la zona dolorida, pero sabe que es todo cuento. – Ya que estamos, ¿quién es ella?
- Es la última ex novia de hyung. – Ajá, qué asco. En otra vida debí de ser un asesino en serie; si no, no se entiende que me pasen estas cosas. – Pero ya terminaron: según él, fue sólo sexo. Aunque creo que ella sigue enganchada, por lo que parece – se ríe con malicia. – Hyung tiene ese efecto, según me han dicho…
Mucho mejor, dónde va a parar. Saber que el tío que te gusta, pero con el que te niegas ni a rozarte, es una fiera en la cama, es una información que consigue que sigas firme en tu propósito. Definitivamente, en otra vida fui un dictador sangriento: el asesino en serie se queda corto para esto…
El siguiente juego consiste en piedra-papel-tijera y castigos con agua. El primer castigo es una bofetada con la mano mojada: parece que no, pero, bien dada, pica que da gusto. El segundo, un chupito de agua a la cara. El tercero, un vaso. El cuarto y último, un cubo. Si llegas al cubo y ganas, eres el ganador del juego. Después de un par de rondas, me toca. Y con la babosa, qué suerte. La sonrisa de psicópata vuelve a mi cara, aunque la transformo antes de que me enfoquen con la cámara.
Es un juego en el que suelo tener mucha suerte, y parece que sigo teniéndola. Gano. Pongo una sonrisa de disculpa que haría sonrojarse a un santo por lo falsa, mojo mi mano y la abofeteo con un poco más de fuerza de la debida. Me disculpo inmediatamente, sujetándola mientras ella se tambalea un poco. Me mira parpadeando, incrédula. Sigo con las disculpas, fingiendo estar avergonzada. Volvemos a jugar, y vuelvo a ganar. Cojo el chupito y, al lanzárselo, oh, qué disgusto, se me escapa de la mano y le da en plena frente. Me van a dar un óscar por la interpretación de mí misma tremendamente desolada por el incidente, disculpándome profusamente y luciendo tan afectada como mi contrincante. Quien, por supuesto, no me cree, y me mira, suspicaz ya, frotándose la marca roja en la frente que delata mi mala baba.
Tercer intento, y vuelvo a ganar. Ella está aterrada, y yo no quepo en mí de gozo. Le va a llegar el agua hasta la única neurona que tiene a través de los agujeros de la nariz, que no le quepa duda. Y lo hago. La abrazo mientras ella lloriquea, todavía moqueando agua y con el rímel corrido, ofreciéndole unas palabras de ánimo. Pero todo lo bueno se acaba, y la siguiente vez pierdo. No tengo muy claro si ella ríe o llora al irse, pero yo estoy decepcionada…
Y el siguiente en salir es mi compi con ÉL, que pide la revancha. Y ocurre exactamente lo mismo. El primer guantazo resuena en todo el plató: al pobre le rebota un poco la cabeza y todo. Le mira y exclama “¿¡Hyung!?”, incrédulo ante semejante maltrato. Su hyung le mira con una sonrisa socarrona. Vuelve a ganar, y el chupito vuela y le da al otro en una ceja. Me levanto y corro a abrazarle, consolándole, mientras miro mal al idiota, que sólo responde disculpándose y encogiéndose de hombros. No le creo, veo la misma sonrisa de regodeo que tenía yo hace un rato. Llega al vaso, y sucede lo mismo. Mi pobre niño está hecho una pena; le seco la cara con las manos mientras le consuelo, fulminando con la mirada al otro capullo. Por suerte, pierde la siguiente vez, y suspiro aliviada. Ya casi ha terminado la pesadilla…
*****
Mierda. Ahora, no sólo me ignora, sino que me odia francamente. No lo pude remediar, el imbécil de mi compañero se lo estaba pasando tan bien con ella, que empecé a verlo todo rojo y me vengué en cuanto tuve oportunidad. Y la he fastidiado totalmente.
Me dirijo a los camerinos cabizbajo, viendo cómo esos dos tortolitos se van cogiditos del brazo. Él sigue mirándome con cara de susto; tendré que hablar con él cuando estemos en el dormitorio y disculparme. Veo que ella le suelta y se da la vuelta, mirándome, esperando a que llegue a su altura. La miro, expectante.
- ¿Se puede saber a qué ha venido eso? – el ceño fruncido y los labios apretados no consiguen que deje de mirarla embobado. - ¿Era necesario ser tan bruto?
Mis ojos no pueden dejar de mirar su boca. De repente, ya no puedo más. Miro a ambos lados del pasillo, cerciorándome de que estamos solos, y, con un solo movimiento, la abrazo y la beso. Al principio, se tensa en mis brazos, sorprendida, y me temo lo peor, pero tras unos segundos, se relaja y responde al beso. El alivio y el placer recorren mi cuerpo a partes iguales. Me separo ligeramente y la miro a la cara. Sonríe entre complacida e irónica.
- Esto deberías hacérselo a tu compañero, no a mí.
Nunca una mujer me había hecho llorar tanto.
FIN

Taesang2


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