sábado, 22 de febrero de 2014

El lugar equivocado

(Todos los personajes son de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, bueno, realmente sí pasó algo de esto, y los personajes existen... MUAJAJAJAJAJAJAAJA... Os lo dejo a vuestra imaginación! Taesang1)


Me despierto de golpe. Algo no va bien, lo noto. Miro en la penumbra, y me doy cuenta de que esta no es mi habitación. Y, lo que es peor, no es mi cama, estoy desnuda, y oigo una respiración a mi lado. Miro, y veo a un chico dormido, tapado hasta la cintura. Su cara me suena. “Mierdamierdamierda”, pienso, saliendo de la cama con cuidado, mientras voy recogiendo mi ropa, desperdigada por todas partes, y me visto a trompicones. ¿Qué coño pasó anoche…?
*****
Fiesta en el local comunitario. ¡Ven a conocer a tus vecinos!
Visto así, dan ganas de correr lo más lejos posible en sentido contrario, pero casi todos en el edificio son jóvenes, estudiantes, así que no puede estar mal del todo. Mis compañeras de piso y yo decidimos ir.
A la hora y media, de las cuatro que somos, la maknae ya había intentado subirse dos veces a la mesa, a bailar, al grito de “¡¡¡¡¡EONNIIIIIII, SARANGHEYOOOOOOO!!!!!”, tirando todas las bebidas en el proceso. Otra ya no era un problema: después de haber saludado a todo hombre de la sala con un “annyooooonggg…” bastante poco respetuoso, y de haber hecho preguntas indiscretas a todo aquél que se le ponía a tiro, se había quedado dormida con la cabeza encima de la mesa. Yo lloraba de la risa, y me dolía la tripa ya del partimiento. La que quedaba se había puesto a tontear con uno de los vecinos, el del piso en el que vivían cinco. Tiene pómulos altos y ojos de gato, y un peligro tremendo. Alguna vez había coincidido en el ascensor con ellos. Había venido con uno de sus compañeros, pero este se había quedado bebiendo lejos de nosotras, mirándonos.
Después del tercer intento de la maknae de subirse a la mesa, decidí que ya era suficiente. Tampoco yo estaba mucho mejor: la sonrisa bobalicona ya se había instalado en mi cara, indicio claro de que estaba muy cerca, si no era ya, de estar borracha perdida. Así que me la llevé a rastras al piso, dejando que las otras dos se apañasen como pudieran.
Cuando volví, pensé que era mejor que yo también saliera a tomar un poco de aire. Estaba en ese punto de borrachera en el que el cuerpo todavía me respondía, pero la mente empezaba a flotar, lejos, muy lejos… Respiré profundamente y me apoyé contra la pared. Cerré los ojos, pero me di cuenta de que no era precisamente una buena idea. Al abrirlos, el compañero de piso del peligroso estaba frente a mí.
- ¿Cómo te encuentras?
Noté cómo la sonrisa idiota se expandía en mi cara, y una ceja se enarcaba. Él sonrió.
- Te vi salir, y me preocupaba que te pudiese pasar algo. ¿Quieres que te ayude a volver dentro?
- Mmmppppfffff… Se me ocurren sitios mejores a los que ir contigo, pero si te empeñas…
Antes de que me diese tiempo a maldecirme por tener esa boca tan suelta, noté una mano en la nuca, y unos labios sobre los míos. Después, sólo recuerdo fragmentos borrosos de imágenes: labios entrelazados en el portal, en el ascensor; manos por todas partes, ropa volando, la blandura de una cama en mi espalda y…
Mejor no recuerdo más.
*****
Estoy cogiendo mis zapatos en el recibidor, cuando oigo un ruido a mi espalda.
- Perdona, ¿te conozco?
Me doy la vuelta. Un chico alto, vestido sólo con unos bóxers de los Power Rangers, me mira adormilado, rascándose la cabeza. Parpadeo. El contraste entre abdominales perfectos y esos gayumbos es perturbador, cuanto menos.
- Espero que no – le contesto, y me voy.
Se me van a poner unas piernas estupendas, porque no voy a coger el ascensor durante mucho tiempo…
*****
Me despierto de golpe. Algo va muy mal. Abro los ojos, y no va mal, va peor: no puedo decir que no conozco la habitación en la que estoy. “JODER, OTRA VEZ NO”. Y, para mejorar la situación, un brazo cruza mi cintura, y su mano correspondiente descansa en mi cadera. Noto una respiración suave acariciando mi cuello. A ver cómo me las apaño ahora para escapar sin despertarle…
Después de lo que parecen siglos, consigo llegar al borde de la cama, pero me resbalo y acabo cayendo de culo al suelo. Si me estuviesen contando esto mismo de otra persona, estaría revolcándome de la risa, pero maldita la gracia que me está haciendo ahora mismo. Gateando, recojo mi ropa y me visto a trompicones, mientras intento recordar qué coño fue lo que hice esta vez…
*****
A la maknae le han concedido la beca para estudiar en nuestro país, y salimos a celebrarlo. A las dos horas, ella está debajo de la mesa, cantando el “Feliz Navidad” de Bonnie M e intentando atarme una sandalia, fallando estrepitosamente. La otra está intentando convencer a los de la mesa de al lado de que ella no está borracha, sólo mareada. Yo estoy llorando de la risa, me duele el estómago del descojone. Ya tengo la sonrisa de imbécil pegada a la cara, me queda nada y menos para estar completamente borracha. La que queda está tonteando con el de los pómulos altos y los ojos de gato. Coño, ¿cuándo ha llegado éste? Y, lo que es más interesante, le acompaña su compañero de piso, el que me tiré. Me está mirando fijamente, y se sienta a mi lado.
- Te fuiste sin despertarme y despedirte. Poco amable, ¿no crees?
La sonrisa en mi cara duplica su tamaño y se curva peligrosamente en las comisuras. Empiezo a darme mucho miedo a mí misma.
- La única razón que se me ocurría para despertarte era echar otro polvo, y entenderás que no era plan…
Antes de que me diese tiempo a abofetearme a mí misma por ser tan bocazas, su boca está sobre la mía. Lo siguiente que recuerdo son imágenes confusas de labios entrelazados, yendo hacia la salida del bar, en el taxi; manos por todas partes, ropa volando, la blandura de una cama en mi espalda y… Sí, otra vez.
Estoy que me salgo.
*****
Voy camino de la puerta, tirándome de los pelos, cuando oigo:
- Buenos días.
Joder, qué susto. Un chico rubio platino está desayunando, sentado en la mesa de la cocina.
- ¿Quieres desayunar algo? Por los ruidos que salían anoche de la habitación de hyung, vas a necesitar recobrar fuerzas…
Cierro los ojos y me muerdo el labio inferior, mortificada. Noto el calor en mi cara. Inspiro hondo, y le respondo:
- Eres muy amable, pero no, gracias. Adiós.
- Hasta la próxima.
Mira qué gracioso, el enano. Le lanzo una mirada asesina, con la que consigo que se atragante y empiece a toser. “Ojalá te ahogues”, pienso, cerrando de un portazo, “te lo tendrías bien merecido…”.
*****
Me despierto de golpe. Algo es diferente. Esta no es mi habitación, ni mi cama, y estoy desnudo. Sobre mi hombro descansa una cabeza, y una mano se apoya en mi pecho. Su respiración acaricia mi clavícula. Sonrío.
La vigilaba de cerca desde que se mudó aquí con sus compañeras. Había coincidido con ella algunas veces en el ascensor, pero no hay mucho tiempo para hablar en esos momentos. Cuando mi compañero petardo me preguntó si quería ir con él a la fiesta de vecinos, acepté con la esperanza de que ella estuviera allí. Acerté.
Cuando se fue con su compañera borracha, la fiesta perdió toda la gracia, así que me fui al poco. Entonces la vi pasar, sonriendo como una niña, saliendo a tomar el aire. Estaba tan graciosa, con esa sonrisa, y va y me dice eso… Se me fue la cabeza, y todo fue una locura de labios entrelazados, manos por todas partes, ropa volando… Al día siguiente, me desperté solo. No me sentó demasiado bien, la verdad.
El petardo me llamó para decirme que la compañera de la escapista le había invitado a la celebración que tenían montada, y que si me unía. Fui con él, y allí estaba ella, otra vez con esa sonrisa. Cuando le pregunté por qué se había ido sin decir nada, y me contestó eso, se me fue la cabeza otra vez. Locura de labios entrelazados, manos por todas partes, ropa volando… Y, aunque intenté asegurarme de que esa vez no se iba sin que yo me diese cuenta, me desperté solo. Y me enfadé.
Le pedí a mi compañero que hablase con su amiga, y lo arreglasen para conseguir que ella se quedase sola en el piso. Entonces subí y llamé a la puerta. En cuanto me abrió, la abracé y la besé. Me arrastró por todo el apartamento, los labios entrelazados, las manos por todas partes… La ropa voló, sentí la blandura de una cama en mi espalda…
Utilizo mi mano libre para acariciar su espalda, hasta llegar donde pierde su nombre, y acercarla a mí. Se despierta y me mira con ojos somnolientos y una sonrisa perezosa.
- Buenos días – le digo, sonriendo.
Restriega su nariz contra mi cuello, y, alargando el suyo, me muerde el lóbulo de la oreja. Ufffffff…
- Podrían ser mejores… - susurra en mi oído. La mano que descansaba en mi pecho empieza a deslizarse hacia abajo.
Si lo llego a saber antes…



FIN.

Taesang2

1 comentario:

  1. Y yo pensando que eran los perritos y resultan ser los brillosos. Anda, que menudo festival se dio la prota, a eso se le llama ponerse las botas y lo demás son cuentos XD. Me ha gustado y me he reído. Por cierto, cuidado con el alcohol, que luego se despiertan donde no deben, o eso parece XD

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