Se acercó
despacio a su mesa. Ella estaba absorta en su móvil, obviamente
satisfecha de lo que estaba viendo, con una media sonrisa divertida.
No le había visto llegar, así que habló para llamar su atención:
- ¿Te
importa que me siente aquí? – le miró, con una expresión entre
sorprendida e interrogativa. – He visto que estabas sola, y he
pensado que a lo mejor querías conversación.
Ella dejó
escapar un sonido de incredulidad divertida, e inmediatamente cambió
su expresión a una irónica. La media sonrisa se había expandido a
mitad de su cara, y estrechó los ojos mientras le miraba fijamente.
- Te lo
agradezco mucho, pero estoy esperando a alguien. Quizá en otro
momento – le miró de arriba abajo, apreciativamente, lo que le
hizo sonreír, divertido. Se iba a acodar en la mesa para intentar
seducirla con palabras, lo que se le daba estupendamente, cuando
alguien apareció a su lado. Le echó un vistazo: joven, atlético, y
tremendamente guapo. Llevaba dos vasos en la mano, y le estaba
mirando realmente mal.
- ¿Todo
bien, nuna? – No le quitó los ojos de encima mientras decía eso,
lo que le hizo enarcar una ceja. La oyó aguantarse la risa, y vio
una de sus manos posarse en el brazo del chico.
- Sí,
Jongin, este chico ya se iba. Has sido muy amable, gracias. – Ahora
le miraba con una sonrisa espectacular, que le dejó mareado. No le
quedó más opción que irse.
Cuando se
dirigía a su mesa, no pudo resistirse y miró hacia atrás. La
pareja se había fundido en un abrazo… pero ella le estaba mirando
a él. Intensamente. Mientras él seguía ahí, atrapado por su
mirada, ella se mordió el labio inferior despacio y escondió
parcialmente la cara en el cuello del chico. Pero su mirada siguió
fija en él. “Qué zorra”, pensó. “Me pone…”.
*****
Fue casi
todos los días durante dos semanas, pero no volvió a verla. Ya casi
la había olvidado cuando, al entrar esa noche, la vio. Estaba
mirando por la ventana, con un vaso entre sus manos. Lo levantó para
beber y, al hacerlo, la espuma del café le manchó los labios.
Cuando llegó a su lado, observó, fascinado, cómo ella sacaba la
lengua y se limpiaba despacio la espuma. Una exclamación ahogada se
atascó en su garganta, y tuvo que tragar saliva antes de hablar.
- Hola
otra vez.
Ella
levantó los ojos. Aún no había metido la lengua, lo que hizo con
dolorosa lentitud.
- Hola. –
Su voz era suave y cálida, no se había dado cuenta antes. Se sentó
sin esperar permiso, y ella parpadeó, sorprendida.
– Hoy
no creo que estés esperando a nadie, puesto que ya tienes tu bebida.
– Señaló el vaso con la cabeza.
Mientras
él hablaba, ella metió el dedo en el vaso y cogió un poco de
espuma. Mirándole fijamente, se llevó el dedo a la boca y lo chupó,
despacio. Estaba fascinado, con los ojos fijos en ese dedo húmedo
saliendo de entre sus labios, y empezó a notar un agradable
calorcillo en cierta parte de su cuerpo.
- No te
lo vas a creer, pero hoy también espero a alguien. – Le pareció
notar pesar en su voz, aunque sonreía. Acodó un brazo en la mesa, y
puso la mano en su cuello. – Me temo que no va a poder ser. Una
pena.
No se iba
a dar por vencido. Nunca le habían dicho que no, y esta no iba a ser
la primera vez.
- No me
lo creo, y se me ocurren sitios mejores para seguir esta
conversación. – Utilizó su voz más profunda y seductora al
decirlo. La vio abrir más los ojos, fascinada. - ¿Qué te parece?
- Ya
estoy aquí, nuna. ¿Nos vamos? – Un chico de su edad, guapo,
atlético y chino, por su acento, había aparecido a su lado. Se
inclinó y entrelazó sus dedos con los de ella, sin dejar de mirarle
a él.
- Yixing…
Ahora sí
que estaba flipando. ¿Qué pasaba con esta chica? La miró. Parecía
ser incapaz de reaccionar. Se había quedado mirando al chico como si
no supiera de qué la estaba hablando. Él tiró entonces de su mano,
levantándola, y con una muy ligera reverencia de despedida hacia él,
la arrastró a la salida.
Mientras
él seguía mirándolos, estupefacto, ella se agarró del brazo del
chico y aprovechó el movimiento para mirar hacia donde él estaba. Y
sonreírle. “Pero qué zorra”, volvió a pensar. “Y cómo me
pone…”.
*****
Aburrido,
miraba hacia la pista de baile del club desde la barandilla del piso
superior. Había salido del reservado en el que estaba con unos
amigos, buscando aire fresco y entretenerse con algo más que con
borrachos cantarines. Vio un grupo de chicos bastante grande, con la
vista fija en alguien que estaba justo debajo de donde él estaba, y
por lo tanto, fuera de su vista. De repente, el grupo se abrió y vio
salir de entre ellos a una chica, extranjera a todas luces, vestida
con unos pantalones ajustados de cuero negro y un top de tirantes de
lentejuelas negro. Silbó para sí: nunca había visto a nadie que
llevara esos pantalones tan bien como ella. Llenaba todos los sitios
adecuados.
La vio
subir la escalera de espaldas a él, sin poder dejar de mirar el
espectáculo que se le presentaba. El siguiente tramo de escaleras lo
haría de cara a donde él estaba, por lo que se acercó al final,
para ver qué rostro correspondía a ese culo glorioso. Y se quedó
pasmado: era la chica de la cafetería, la que tantos sueños húmedos
le había provocado esos últimos días. Había fantaseado con
encontrársela otra vez y llevarla a algún sitio oscuro, y hacer
multitud de cosas con esa boca suya… La vio pasar, camino del baño,
sin poder reaccionar. Luego cayó en la cuenta de que ahora estaba a
su alcance, y sonrió.
Cuando
salió del baño, estaba esperándola. Mirándola fijamente, la cogió
de la mano con suavidad, y la condujo a un lugar más tranquilo y con
menos luz. La apoyó contra la pared y acercó su cuerpo hasta que
pudo notar su calor a través de la ropa. Fijó la vista en sus
labios mientras hablaba.
-
¿También me vas a decir hoy que esperas a alguien? – susurró,
acercando sus labios al oído de ella. Oyó su risa ronca, sensual.
- Hoy no
es uno, son doce. – Volvió a reírse, seductora. - ¿Querías
decirme algo? – Seguía riéndose, pero él se encargaría de
producirle otras emociones.
- No, hoy
no tengo ganas de hablar. – Y, sin más preámbulo, la besó,
pegando su cuerpo al de ella. Notó como suspiraba, antes de
responder al beso, inclinando la cabeza para un mejor ángulo, y
presionando sus caderas contra las de él. Sus brazos se enroscaron
en su cuello, y una mano subió por su nuca, introduciendo los dedos
en su pelo y cerrándose en un puño. Él rodeó su cintura con los
brazos, haciendo desaparecer el espacio entre los dos. Sus labios se
abrieron, y su lengua lamió los labios de ella, invitándola a
abrirlos. Lo hizo, y la sensación se volvió mareante. No sabía
cómo acabaría esto, pero por ahora lo estaba disfrutando mucho…
*****
Y ahora
que alguien me explique qué he hecho bien para que este pedazo de
tío bueno me esté metiendo la lengua en la boca, porque yo no tengo
ni idea…
La
primera vez que le vi, estaba esperando a que Jongin trajese las
bebidas en la cafetería. Acababa de volver después de mucho tiempo
en mi país, y había intentado quedar con todos los chicos, pero
empezaron a llorarme con que si venían todos no tendría tiempo para
hablar con ellos, y decidimos quedar una tarde con cada uno. Miraba
una foto del culo de Junho que me había mandado una de estas
petardas por Line, y estaba haciendo surcos con los colmillos,
literalmente, cuando el tío bueno se me sentó delante, con una
sonrisa felina, y me preguntó si quería conversación.
¿Conversación?
Se me estaba haciendo la boca agua mirándole, y él quería hablar…
Qué desperdicio. Recordé que Jongin estaba a punto de volver, y que
los hombres coreanos tienen un hiperdesarrollado instinto protector
hacia las mujeres, y, con pena, le tuve que decir que no. Justo llegó
el niño en ese momento, y el tío bueno tuvo que ahuecar. Al irse,
no lo pude evitar y me le quedé mirando el culo: qué buen culo, por
cierto… Y va y se da la vuelta, y me pilla. Me dio tanta vergüenza
que me escondí un poco detrás de Jongin, que estaba en plan
pegajoso, dándome un abrazo. Lástima no haber estado sola…
Hmmm,
ahora esa lengua está recorriendo mi cuello y se me está empezando
a desenchufar la neurona… Voy a meter la mano por la camisa, a ver
qué tal…
La
segunda vez, estaba tomándome un café de esos asquerosos, con mucha
espuma, mientras miraba por la ventana a un perrito en la calle. Se
me había olvidado traer servilletas, y noté que se me había
quedado un bigote de espuma en el labio, así que me lo estaba
quitando con la lengua cuando le oí hablar. JO-DER. Me quedé tan
flipada que le miré aún con la lengua fuera. No me debí de limpiar
bien, porque no apartaba los ojos de mis labios.
Me puse
tan nerviosa, que, sin querer, metí el dedo en el vaso. Y, sin
pensarlo, me lo llevé a la boca, para limpiarlo… y luego me di
cuenta de cómo quedaba eso. “Va a pensar que soy una cerda”,
pensé, y le miré mientras sacaba despacio el dedo de la boca.
Seguía con la vista fija en mis labios, y le vi tragar despacio.
Volví a explicarle, riendo para quitarle tensión al ambiente, que
esperaba a alguien, esta vez a Yixing, pero no me creyó. Empezó a
hablarme con una voz baja y seductora, y se me fue la cabeza. Y en
estas, Yixing apareció. No le gustó nada el tipo, y me sacó a
rastras de la mano, pero me dio tiempo a dar la vuelta la cabeza y
mirarle por última vez. Uf, qué bueno que está, incluso con la
boca abierta y cara de babo…
Diossssssssss,
esa mano está en zona peligrosa y empiezo a querer quitarle la ropa
a bocaos…
Y hoy,
estos pesados me convencieron de ir al club con ellos y unas amigas.
No me había traído nada de ropa de fiesta, así que, entre las
chicas, buscaron algo que me pudiese servir. Sólo pude entrar en
unos pantalones de cuero y un top de lentejuelas. Cuando salí,
avergonzada, a decirles a los chicos que no podía ir así, no fueron
capaces de hablar. Se quedaron mirándome de arriba abajo, con cara
de susto, y al final fue Baek, haciendo unos ruidos muy raros con la
garganta, el que me dijo que estaba bien con eso, y que pasara
delante para ir saliendo. No me convencieron mucho, porque siguieron
haciendo ruidos raros a mi espalda, pero ya no tenía remedio.
Y ahora
salgo del baño y el tío bueno me ataca. ¿Qué les pasa a estos
coreanos? OH. DIOS. MÍO. VOY A MORIR…
Fin.
Taesang2
Ayyy me encantó, siempre checo su pagina por que me gusta como escriben!
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