Empezaremos con
un poco de etimología, es decir, explicando por qué Jung Il Woo se
convirtió en el Pipiolo del ramen. Vayamos por partes.
1. ¿Por qué Pipiolo?
Un día
navegando por youtubes fui a dar con un vídeo titulado “El pipiolo
en acción” y rauda y veloz me lancé en picado cual águila real a
visionarlo porque mi experiencia en estos lares me decía que la cosa
prometía (las que padecéis corianitis sabéis que hace falta muy
poco para que se nos despierte el detector). La escena transcurría
en un coche y aparecía un actor coreano de la nueva hornada y con
esto me refiero a su juventud, peinado, etc... que le estampa un beso
a la suertuda de turno sentada en el asiento del copiloto, un beso de
esos sin previo aviso que tanto nos gustan y que nos derriten por
dentro por fuera y por los lados, después del cual, simulando
caricia en la comisura, le seca los restos de fluidos porque ¡¡¡oh,
sí, hubo apertura de boca con asomo de apéndice lengüil y todo!!!.
El actor no era Jung Il Woo, pero en mi mente se acuñaba un nuevo
concepto, “Pipiolo”:actor joven con un morbo que echa para
atrás al servicio de noonas y ajumas colmilleras babeantes y, sobre
todo, que supera la fase de protopimpollo lo cual nos libra de
responsabilidades legales en el caso de posibles achuchamientos.
A partir de este momento cualquier actor que se ajustaba a estas
características era susceptible de ser calificado como pipiolo. Así
que cuando vi Flower Boy Ramyun Shop, Jung Il Woo entró por la
puerta grande en esta categoría y como Julio César: llegó, vio y
venció porque se convirtió en The One.
2. ¿Por qué del ramen?
Lo del ramen,
como habréis deducido, no fue más que una asociación de ideas
inspirada en el dorama para diferenciar al PIPIOLO del resto de
pipiolos emergentes porque hay que ver la cosecha que tienen en
Korea, pol dios! (continúo diciendo que tenemos pendiente un estudio
demográfico del susodicho país).
Bueno, ya lo
tenemos bautizado, requisito básico para formar parte del Olimpo
Koreano (y, seamos honestas, para facilitarnos las alusiones en
momentos de ataque berrakil porque ¿os imagináis el lío de
recordar y acertar los nombres en versión original (V.O.) de estas
criaturas cuando tenemos el colmillo desplegado y goteando? Como
decir Zaragoza comiendo polvorones...). Pos eso, ahora veamos qué
tiene de especial este Pipiolo.
¿A que soy mono? Esta es la marca de la casa. |
Contextualicemos.
Después de haberme tragado unos cuantos bodrios (Save the last dance
for me, Bad love...qué desperdicio de Zeus, dios mío, con lo bien
que empezó la serie con la escena del ascensor), en fin, que el
cuerpo me pedía marcha y sobre todo comedia. No recuerdo muy bien
cómo (¿será el shock postraumático?) fui a dar con esta serie de
la que nada sabía ni conocía a sus protagonistas, pero como era de
estreno y comedia me lancé de lleno. Empiezo el visionado y al ver
al PIPIOLO en las primeras escenas pienso “qué mono”, todavía
ignorando los extremos a los que iba a llegar esa monería. De
momento solo me fijé en su estilismo característico de la k-wave:
pelo teñidito como deber ser, con su flequillito, sus pantalones
pitillo sí, señor, como un dibujito manga, etc. El argumento a lo
Hello, my teacher
prometía, los actores lo hacían muy bien y, sin darme cuenta,
empezó el proceso de ebullición.
A medida que transcurría la serie fruncí el ceño y empecé a reflexionar: “lo de 'mono' se queda corto, este PIPIOLO se está comiendo la pantalla, toallero metronoventa incluido (no sabía todavía lo MUCHO que se iba a comer, jesúsmaríayjosé que me entran los ardores solo de recordarlo, pero todo a su tiempo)”, “¿otoké me puede estar seduciendo de esta manera si su papel visto en frío es para andarle a hostias con ese complejo de príncipe-perdona-vidas que tiene?”...
A medida que transcurría la serie fruncí el ceño y empecé a reflexionar: “lo de 'mono' se queda corto, este PIPIOLO se está comiendo la pantalla, toallero metronoventa incluido (no sabía todavía lo MUCHO que se iba a comer, jesúsmaríayjosé que me entran los ardores solo de recordarlo, pero todo a su tiempo)”, “¿otoké me puede estar seduciendo de esta manera si su papel visto en frío es para andarle a hostias con ese complejo de príncipe-perdona-vidas que tiene?”...
Escena del baño. 1r capítulo |
Ya al final del segundo capítulo y principio del tercero
empecé a darme cuenta de que la cosa iba en serio, esa boca iba a
dar mucha guerra, de hecho se convirtió en el foco de atención
durante el resto de la serie. Como decía, la ebullición iba en
aumento, la tensión crecía, de la “monería” pasamos al “morbo”
en estado puro hasta que llegamos al final del capítulo 10 principio
del 11 y....
¡Morritos! |
BOOOOOOOOOOOOOOM ATÓMICO escena de super kissu OTOKÉ
OTOKÉ OTOKÉ????? No podía creerlo, ni siquera asimilarlo a la
primera. Empezó el rebobineo, en épocas de VHS recomía habría
quedado la cinta, pero es que en toda mi historia doramil jamás
había visto nada semejante ¿lo habré imaginado? me preguntaba
entre balbuceos. Pero no, ahí estaba EL MEJOR BESO DE DORAMA HABIDO
Y, ESPERO QUE NO, POR HABER. El asunto trancurre en dos fases (tomad
nota, nihonji sensei de los besos pared, que empieza una master class
de kissus con spoilers incluidos).
1ª fase, probando porbando. |
En la primera fase, el PIPIOLO
(qué digo!) el DIOS DE LOS PIPIOLOS saca a la prota del cine a
rastras y en pleno proceso de protesta femenina la coge por la nuca y
PUUUM primer beso para callarla. Esto ya me dejó desencajada, pero
es que había más...Ella toda chula le replica (¿de dónde sacó
las fuerzas?) que si se cree que ya la tiene en el bote por un beso
(¿esta mujer sabía lo que estaba diciendo?) y él la mira
LA-MIRA-DIOS-CÓMO-LA-MIRA y serenamente le dice: “No, todavía no
he empezado” y PATAPUUUUUUUUUUUM segunda fase, aquí ya os invito a
que lo veáis vosotras mismas
2ª fase: comiendo helado. |
porque ninguna palabra puede captar lo
inefable del fenómeno que presencié: ¡qué obra de arte! ¡cómo
se recreaba el jodío! ¡por un lado, por el otro! Parecía que se
estaba comiendo un helado...
Luego llegó la
escena del kimchi cuando él le coge la mano y le lame el dedo a ella
y luego se lo lame él (sí, nipones, hay vida más allá de la
pared). Después de ver y rever ese autolametón descarté
definitivamente lo de “mono” para referirme a ese pedazo de bomba
sexual. Cómo me identifiqué con la prota cuando acto seguido se
abalanzó sobre el bote de tranquilizantes, a puñaos me los hubiese
tragado yo para recuperarme.
Podría contar
muchas más cosas sobre este portento de la Naturaleza, pero es que
solo de pensar en él me empieza la taquicardia y no es cuestión.
Solo añadir que en quince días vi la serie dos veces (que si
sumamos revisionados, nos descontamos) y que no paro de insinuarle a
Ajuma Tres que si quiere volver a verla que me avise. Resumiendo,
creo que la causa principal del impacto que supuso el descubrimiento
que nos ocupa fue que me pilló totalmente desprevenida. Este dorama
me hizo entender realmente el dicho “las apariencias engañan”
porque ¿quién me iba a decir que detrás de esa apariencia juvenil
calificada al principio de “mono”, “dibujito manga” se
escondía esa bomba de puro morbo? “Mono”...je je... me entra la
risa nerviosa.
Ajuma Uno, en
estado mental de papilla neuronal, se despide (por el momento).