A uri Palote, del que nunca pensamos que nos iba a dar tanto juego con una tía XDDDD.
Le
oyó reírse en el pasillo, y acto seguido entrar en el baño.
Sonrió cuando le oyó cantar mientras se duchaba.
Había
vuelto al dormitorio cuando terminó con la última cita de su
agenda, para descansar un rato y evadirse. Tumbado en la cama,
escuchó ruido en la entrada y a dos personas hablando. No tenía
ganas de levantarse, así que siguió en el mismo sitio, hasta que
oyó el estruendo de cosas cayéndose. Saltó de la cama, y ya se
iba a asomar, cuando la chica entró en el cuarto de al lado, y
pudo oír la conversación y el silencio que se hizo
inmediatamente después. Para entonces ya era muy tarde para
hacerse notar, y siguió los acontecimientos posteriores
intrigado. No pudo más que reírse silenciosamente por el modo en
que había tratado esa chica a su compañero, pero parecía que
todo había acabado a su favor. “Mírale, y parecía tonto”,
pensó, asombrado. Sentía envidia por la suerte que había tenido
al encontrar alguien así.
La
puerta volvió a sonar al cerrarse. Se había vuelto a quedar
solo, pero ahora ya no le parecía tan apetecible la soledad, así
que pensó en dar un paseo.
Se
había quitado el maquillaje al volver al dormitorio, para dejar
respirar la piel, y poder lamentarse por los malditos granos que
no hacían más que aparecer. Su orgullo le impedía salir con la
cara limpia a la calle, por lo que suspiró y se echó un poco de
BB Cream, para al menos unificar, se puso una mascarilla, se
vistió y salió.
Acabó
a orillas del río Han. Anochecía y las parejitas empezaban a
salir como setas, lo que le hizo sentirse melancólico. Su trabajo
no le dejaba mucho tiempo libre, y el poco que tenía lo utilizaba
saliendo con sus amigos idols, lo que no le daba muchas
oportunidades de conocer a gente nueva, por el miedo a que algo
trascendiera a la prensa. Era celoso de su intimidad, no le
gustaba que hurgasen en lo que hacía todo el tiempo, aunque sabía
que era el precio a pagar por estar en lo más alto de la
popularidad. Su mirada se perdió en la lejanía…
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“Mierda,
ya he bajado donde no toca” suspiró resignada delante del panel
informativo del metro. “El próximo llegará en.... ¡joder!
¿Era el último?”, exclamó rabiosa mientras pateaba una
papelera bajo la atenta mirada de una halmoni, que chisteó
ruidosamente mientras le daba la espalda. Y es que la visita
sorpresa a su amiga no estaba saliendo como había previsto. Con
el equipaje perdido dios sabe en qué aeropuerto, sin móvil y
anocheciendo en la ciudad de sus sueños, se estaba convirtiendo
en una pesadilla. Nadie sabía que estaba allí, y nadie la
echaría de menos si pasaba la noche fuera.
“Aquí
ya no hago nada, seguro que fuera encontraré algún bus o taxi”.
Pero fuera resultó ser una zona ajardinada a las orillas del río
Han con diferentes pistas deportivas... vacías, con carril
bici... vacío, con parejitas retozando en la penumbra.
Apresuró
el paso. “No hay ni bus, ni taxi, ni nadie. ¿Qué voy a
hacer?”. Las tranquilas aguas del río reflejaban las brillantes
luces de los edificios de la orilla de enfrente. La Torre de Seúl,
roja sobre la colina, vigilante, dominaba el skyline. De vez en
cuando, barcos-restaurantes surcaban las oscuras aguas,
deteniéndose enfrente de uno de los puentes que, de repente, se
iluminó con cataratas de agua de tonos púrpuras y dorados.
Decidió caminar en esa dirección.
“Esto
me pasa por tonta. Debería haber avisado a Nuna para que fuera a
recogerme”. Y una sonrisa pícara asomó en su cara. “Qué
sorpresa se llevará, si consigo encontrarla”. Y su sonrisa se
amplió más, expectante. “¿Podré conocerle? Nuna me dijo que
trabajaba con ellos, que eran muy atentos y amables todos. ¿Podrá
presentármelo? ¿Hablaré con él?”. El corazón empezó a
latirle salvajemente y las piernas le fallaron. Se sentó en un
banco, estremecida de frío. En algún sitio sonaron campanadas y
una sombra empezó a dibujarse en la lejanía, convirtiéndose
poco a poco en la silueta de un joven que paseaba tranquilamente.
Se paró justo delante de ella, dándole la espalda, mirando las
aguas y suspiró levemente mientras se calaba más la gorra. “Esta
es mi oportunidad”, y se dirigió hacia él.
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- Jeogiyo, can you help me? - “que sepa
inglés, por favor, que sepa inglés”, rogaba aterida por el frío
en medio de la oscuridad. El joven, tras un titubeo inicial, se
acercó lentamente mientras miraba, suspicaz, a todos los lados. “Qué
piel tan blanca, parece que brilla.”
- Yes, sure – La chica parecía helada y un
tanto exasperada, pero el brillo de sus ojos delataba que no estaba
asustada en absoluto. Vio cómo le echaba un vistazo general y
aprobaba lo que veía, lo que le hizo erguirse un poco más,
orgulloso.
- ¿En qué te puedo ayudar?- La miró
directamente a los ojos. Lo que más le gustaba de las extranjeras es
que no tenían ningún problema en dirigirse directamente a alguien
sin ninguno de los trucos femeninos que usaban las coreanas. Ella
también le miró con una media sonrisa.
- Emmm... I’m lost. Necesito ir aquí -
señaló un lugar impreciso en el mapa -, pero no sé cómo... - Y
mientras el joven bajaba la vista, aprovechó para darle un buen
vistazo: “Qué voz tan sensual... y se acaba de duchar... su pelo
huele a limón... qué dedos más delgados en esa mano tan
fuerte...seguro que cogerle la mano debe dar... calor... están
hechos para ser chupados... ñam ñam...”
- Perdón, ¿qué decías...? - el joven la
estaba mirando fijamente, con las cejas levemente alzadas, y con una
medio sonrisa repitió pacientemente... algo que tampoco pudo
escuchar por estar mirando, absorta, su nariz perfecta. “Joder,
concéntrate” se regañó a sí misma.
Notó que ella miraba lo poco que veía de su
cara con sospecha, pero alzó los hombros y siguió señalando un
punto en el mapa. La estaba mirando más a ella que realmente
intentando ayudar, pero no podía evitarlo. Pensó que estaría bien
pasar tiempo con alguien que no le conociera, e ideó un plan.
- Te puedo indicar cómo llegar, pero a cambio
me tienes que invitar a algo, nuna - sonrió con picardía bajo la
mascarilla. - No te entretendré mucho tiempo.
La vio pensárselo, y reírse para sí. Volvió
a mirarle con ojos brillantes, y sonrió a la vez que asentía.
Estupendo...
Inspiró profundamente, y un OK salió de su
boca sin pensar. "¿Dónde me he metido?", pensó, pero no
le dio tiempo a más porque el joven la cogió de la mano y salieron
corriendo.
* * * *
*
No
sabía si preocuparse más por el hecho de estar pasándoselo tan
bien o por no importarle lo más mínimo que le reconociesen,
estando acompañado por una extranjera además. No podía apartar
la mirada de su cara, y una sonrisa de placer cruzaba la suya. De
vez en cuando, la gente les empujaba uno contra otro, y el
contacto de su cuerpo le estaba generando sensaciones muy
placenteras
Se
habían sentado a descansar un rato, y a beber algo. El hielo del
vaso de ella había desaparecido ya, y acariciaba el vaho del
cristal distraídamente, lo que le hizo pensar en lo que le
gustaría hacer con esos dedos... Sacudió la cabeza.
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El
hielo se fundía y ella también, no sabía si por el calor
sofocante del abarrotado bar o por las ganas que tenía de besar a
su desconocido acompañante, quien no dejaba de mirarla
intensamente. Cuando era empujada por alguien, él la sostenía
fuertemente, más tiempo del necesario. Se había quitado la
mascarilla y la tentación de acariciarle sus sensuales labios
aumentaba cada vez que él le sonreía.
Sentada
a su lado, sus cuerpos tocándose: “¿qué estoy haciendo?, ¿qué
me pasa?, ¿qué hago aquí?” pensaba mientras jugueteaba con su
vaso. Y un sentimiento de culpabilidad revoloteó al acordarse
del motivo de su venida a Seúl. “Cómo puedo desear besarlo
cuando me gusta otro?
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- ¿Puedo preguntarte a qué has venido desde
tan lejos?
La joven dio un respingo y se quedó sin
aliento. - He venido a visitar a una amiga. Es una sorpresa, ella no
sabe que estoy aquí -, musitó, y se acabó de un trago su copa.
Él levantó una ceja, sorprendido tanto por la
respuesta como por verla beber de esa forma.
- ¿Tienes dónde pasar la noche?
- esperaba no ser muy transparente, pero
las ganas de pasar a un sitio más íntimo le estaban empezando a
urgir.
- Pues esperaba pasarla en casa de mi amiga,
pero cierto tipo me ha arrastrado aquí. - dijo riéndose. - ¿Quieres
otra copa? Ahora invito yo - y huyó hacia la barra. El corazón le
latía fuertemente. “Tranquilízate, sólo quiere ser amable,
tranquila, son imaginaciones tuyas”. Y armada de dos combinados
volvió junto a él.
Todavía se estaba riendo de su reacción
cuando ella volvió. Cogió su vaso, apoyó la cara en una de sus
manos, y sonrió seductor.
- ¿Nos vamos a otro sitio?
* * * *
*
La
suerte estaba de su parte. Al salir para ir a otro club, había
empezado a llover a cántaros, lo que les hizo correr hasta
meterse en un portal. No tenía pinta de que dejara de hacerlo
pronto, y los clubs estaban cerrando ya, por lo que le sugirió a
la chica un hotel no muy caro que había en las proximidades,
donde podría pasar la noche. “No puedes presentarte en casa de
tu amiga así, hecha unos zorros”. Ella aceptó, y aunque
estaban relativamente cerca, cuando llegaron allí, los dos
estaban empapados. Viéndole así, le invitó a entrar en su
habitación para poder secarse, y allí estaba, en el baño,
frotándose el pelo con una toalla y sin más ropa que los
calzoncillos... Y debería quitárselos, porque también estaban
mojados...
La
puerta se abrió y apareció ella con un albornoz puesto y una
toalla en la mano. El alcohol y la escasez de ropa hicieron que no
pudiera controlarse:
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“Estoy
totalmente empapada, pero me da igual, no quiero que acabe esta
noche, quiero pasarla con él”. Así que, cuando el joven
sugirió que se quedara en un hotel, aceptó sin titubear. “Tal
vez se quede conmigo”, imaginó excitada.
Chorreando,
entraron en la habitación. -Puedes secarte en el baño - le dijo
- “y puedes quedarte a dormir”- pensó. Rápidamente se
desnudó y se puso un albornoz. Su piel estaba sensible, deseosa.
Un relámpago iluminó la estancia y se estremeció al oír el
trueno en la lejanía. Miró la cama y escuchó una risilla en el
baño. Entonces se decidió: cogió una toalla seca de la cómoda
y entró valientemente. Él había sido más rápido: estaba en
calzoncillos secándose tranquilamente el pelo y sonriendo
travieso.
Sorprendida,
dejó caer la toalla
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- ¿Te apetece darte una ducha conmigo? - y se
bajó los bóxer.
Atónita, lo miró a los ojos, bajó la mirada,
y volvió a mirarle a los ojos. Despacio, se acercó a él mientras
dejaba resbalar su albornoz. Alzó su mano y delicadamente tocó sus
labios. Él succionó su dedo índice
muy despacio, mirándola fijamente a los ojos.
Poco a poco sus dedos recorrieron
temblorosos su pecho lechoso, sin vello, dibujando formas sensuales,
descendiendo...
Él cerró los ojos, jadeando por el placer, y
con una de sus manos la cogió por la nuca, ladeando su cabeza para
besarla en el cuello, Su pecho rozó el de ella, haciendo que su
erección fuese aún mayor. Con la otra mano, acarició su espalda,
hasta llegar a las nalgas, que apretó, a la vez que la atraía hacia
él... Enredando su mano en su cabello,
atrajo su boca. El beso fue devastador, profundo... Aprisionada
contra la fría pared de azulejos, sus piernas rodearon fuertemente
sus caderas...
El móvil empezó a sonar, atronador. Era el
tono que tenía puesto a su mánager, y sabía de sobra que no era
buena idea ignorarlo. A desgana, se separó de ella, mirándola con
ansia.
- Tengo que contestar, lo siento. Me voy
primero - la besó de nuevo y salió del baño. Cogió el móvil y
contestó. Su hyung quería que fuera al dormitorio, porque al día
siguiente tenían ensayo en la empresa, y les quería a todos
despejados. Volvió al baño.
- Ha surgido algo,... tengo que irme. - Ella se
había puesto el albornoz otra vez, y le miraba entre enfadada y
avergonzada. - Dame tu teléfono - le pasó el suyo para que marcase
el número.
- No tengo, lo perdí en el baño del metro- le
sonrió resignada. - Vete, no hay problema.
Y desapareció de su vida.
* * * *
*
Estaba
de un humor de perros. No solo tuvo que volver al piso, sino
también aguantar la bronca de hyung por no estar allí, salir sin
avisar, sin maquillaje, y volver con esas pintas. Todavía sentía
los efectos de estar con esa chica, y se tiró toda la noche dando
vueltas en la cama, sin poder dormir. Ahora parecía un panda, y
ni el estucado que la coordinuna fumada de turno le había puesto
podía disimularlo. La mala leche le tenía con el ceño fruncido
desde bien temprano, e incluso sus compañeros se habían dado
cuenta de que algo no iba bien, y le habían dejado en paz. Bueno,
no todos: el imbécil que estaba liado con la del staff era
insensible a todo lo que no fuera su felicidad, y su tono alegre
le había molestado tanto que casi le taladró el cerebro con una
mirada asesina. Otro de sus compañeros le dio un codazo y
consiguió que callara.
En
el ensayo, había dos chicas sentadas al fondo, observándoles en
silencio. Una era la chica de su compañero, el cual seguía
sonriendo como un idiota, y luciéndose delante de ella. “Lo
estrangularía con gusto”, pensó, mientras volvía a hacer ese
paso tan difícil del nuevo baile. Cuando terminaron, ellas se
levantaron y todos se acercaron a saludarlas.
Algo
en la figura de la otra chica le resultó familar, pero no estaba
de humor para fijarse mucho.
Se quedó detrás, mirando con ironía cómo la parejita intentaba
disimular sus sentimientos, y fallaba estrepitosamente. Eso le
puso de peor humor aún.
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Por
fin iba a conocerlos, pero eso ya no tenía ningún aliciente para
ella. Consciente de la preocupada mirada de su amiga, intentó
simular un interés que estaba muy lejos de tener. No podía dejar
de pensar en él: su sonrisa, su mirada, su piel. Ilusa, pensó
que él regresaría por la mañana, o que le habría dejado un
mensaje con su nombre y su correo electrónico. Pero no. Nada. A
veces se preguntaba si todo había sido un sueño. Con un
movimiento de cabeza desechó esos pensamientos y, suspirando
resignada, intentó sonreír.
Entraron
en la sala de prácticas. Su amiga no dejaba de parlotear acerca
de lo agradables que eran y de que le iban a encantar. “Claro,
viéndote en secreto con uno de ellos, normal que los pongas por
las nubes”. Se lo había contado todo esa mañana, cuando
apareció en su casa. Curiosamente, él era el miembro del que se
creía enamorada, pero no sintió nada cuando supo que estaban
juntos.
En
el otro extremo de la sala, frente al espejo que ocupaba toda la
pared, estaban ellos, ensayando la coreografía al ritmo de la
nueva canción que resonaba machacona. Mientras esperaban que
finalizara la práctica, sus pensamientos volvieron a la noche
anterior. “No pienses en ello, joder, no pienses en ello, no lo
vas a volver a ver, no ha querido volver a verte, sólo quería
sexo”. De repente, la música paró y los jóvenes se acercaron
sudorosos, espléndidos en su ropa holgada. El “amigo” de su
amiga sonreía como un imbécil, haciendo ademanes y figuras.
“Este tío es tonto, no sé qué vi en él”. Los jóvenes se
presentaron, todos, excepto uno, que había quedado más rezagado
con cara de pocos amigos. Pero había algo en él que atraía su
mirada. Esos labios,...
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- Acércate, por favor, para que te pueda
presentar a mi amiga, “malditas las ganas, pero educación ante
todo...”. Se acercó y la miró de frente. Su mandíbula se
descolgó al instante.
Mientras el joven se acercaba, sus ojos seguían
fijos en sus labios: “No puede ser, no puede ser” y, atónita, le
miró a los ojos.
Ahí estaba la chica de anoche, con cara de
flipada, probablemente igual que él. Estaba tan sorprendido que no
supo articular palabra. Notó que todos les miraban alternativamente
a los dos, extrañados, e intentó hablar.
- Eehhhhh, encantado de conocerte - vio cómo
las cejas de ella llegaban casi al nacimiento del pelo, alucinada más
todavía por su clara intención de fingir que no la conocía.
Inmediatamente frunció el ceño, y una sonrisa malvada apareció en
sus labios.
“Serás cabronazo”
- Encantada, sí, podría decirse que sí...-
contestó rabiosa. - Por cierto, te dejaste tus boxers en el hotel.
¿Te los traigo o no los necesitas? Son un recuerdo muy bonito de
anoche...
“Joder...” Directo al hígado. Entonces vio
la caras de alucine de los demás, y le entró la risa. La verdad,
estaba encantado de verla otra vez. Riendo, la cogió de la mano y la
arrastró al pasillo. Nada más atravesar la puerta, la abrazó,
aunque ella hacía todo lo posible por soltarse. Sujetó su cara con
las manos, y la besó con fuerza.
- ¿Dónde nos quedamos ayer?
FIN
Por
TaeSang
Ja,ja,ja muy bueno el final, ese directo al hígado me ha gustado mucho!!!
ResponderEliminar¡Mira ahora en qué nos entretenemos! Este fanfic es el spinoff de otro que está aquí http://bombasoju.wordpress.com/fanfics-de-lobas-para-lobas/fic-one-shot-nuna/. Aunque los protagonistas no tienen nombre, escribimos pensando en alguien en concreto. ¡Seguro que no adivinas en quién! Y se está gestando la tercera parte. A3
ResponderEliminarYa me leí el fic recomendado y también me ha gustado mucho, en este el prota es Key,no? pero quién es ella?
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