Querido Minho:
Sí, querido, has leído bien. Esa palabra no habría salido de mi boca hace escasamente quince días. Y, siendo sincera, tu nombre tampoco. Habrías sido “el que sobra”, “¿ese quién es?”, “¿lo conozco?”, o, entrando ya a hacer sangre, “¿seguro que los Brillosos son cinco?”.